Cuando nuestros padres necesitan de nuestros cuidados, debido a su progresiva dependencia, diríamos que se encuentran en la etapa que hemos denominado ABUELESCENCIA. Es la etapa en la que nuestros padres se comportan como si fueran nuestros hijos.


A veces los niños hacen travesuras, dicen palabrotas, hacen rabietas y les gusta llamar nuestra atención de forma inadecuada. En la ancianidad o senectud sucede que también tienen diferentes conductas para que les hagamos más caso, a esto le llamaríamos hazmecasismo. Cuando esto sucede no importa lo que hagas para complacerlos ya que te darás cuenta que nada es suficiente y cuánto más los quieres satisfacer menos lo logras.

No queda más remedio que volverse hacia una misma y hacia nuestro auto- cuidado, poner unos límites claros y por lo general el chantaje emocional cede. Es importante no sentirse culpable y pensar que en las circunstancias en las que os encontráis estás haciendo lo mejor que sabes y puedes siempre que lo hagas desde el corazón.


Cuánto antes aceptemos éste proceso en el que pasan de cuidarnos a ser cuidados por nosotros, antes podremos ofrecerles todo nuestro apoyo y ayuda. No es fácil ver cómo nuestros padres se deterioran y van perdiendo habilidades y facultades y cómo cada vez necesitan más de nosotros, y ya no nos pueden dar esas recomendaciones y consejos que antes con rebeldía rechazábamos y que ahora echamos de menos.


Es cómo si de pronto nos hubiéramos convertido en abuelos pero no de nuestros nietos que es el orden natural sino que ellos hacen de hijos nuestros y al ser nosotros sus hijos es un rol para el que no estamos preparados. Cuánto antes asumamos éste rol menor será la herida y más les podremos aportar devolviéndoles así parte de los desvelos que tuvieron en nuestra crianza.