Me encanta escuchar que lo que tiene que ser para mí tarde o temprano llegará. Que no hace falta estresarse, qué lo que está en mi destino me encontrará, qué igual no es lo que yo quisiera o cómo yo lo había planeado en mi cabeza, que no está en la lucha, que está en la confianza en la vida y en nuestras fortalezas, que en el momento en que todos nuestros dones estén puestos al servicio de los demás, nos llegará inevitablemente el éxito que andamos buscando.
Qué todo está magníficamente orquestado y sólo tenemos qué aceptar y disfrutar lo que nos pasa sin expectativas, que lo que tiene que estar en nuestra vida se manifestará, nos buscará y nos hallará.

Y entre tanta palabra bonita y que nos resulta cálida y acariciadora y nos encanta escuchar, yo me pregunto: ¿Dónde queda el esfuerzo personal?, ¿Está tan lejos de todo lo anterior o por el contrario es la continuación de todo ello? Lo que es más duro y cuesta más llevar a cabo, pero que por otro lado es lo que más satisfacciones nos va a dar a largo plazo, que está muy bien eso de fluir y de vivir el presente cómo si no hubiera un mañana.

Sin embargo creo que sin el duro empeño por nuestra parte, para precisamente que sepamos primero, cuáles son nuestros talentos y segundo cómo podemos darles la forma adecuada, para que lleguen a dónde tengan qué llegar. Sí yo me siento a esperar en mi sillón, que todo esto me llegue como el maná, estoy firmemente segura de que nada se podrá manifestar, ya que mi propia inmovilidad lo estará paralizando absolutamente todo, y es aquí dónde creo que reside el éxito. En el esfuerzo, la disciplina, en rodearse con las personas que te impulsen y no que te frenen, que crean en ti y en tus capacidades y potencialidades para poder llegar a desarrollarlas al máximo y finalmente Florecer.

De lo contrario ningún objetivo que tengamos podrá llegar a cumplirse, para finalmente encadenando un objetivo detrás de otro, poder alcanzar la ansiada meta, que para mí consiste en sentirme una persona auto-realizada y  por medio de esa autorrealización impulsar a otras personas a qué también lo consigan. Para mí lo qué más fuerza tiene, no es tanto lo externo y lo material, como lo que tengo en mi interior y que voy forjando a base de darme cuenta y del autoconocimiento personal, el crecer como persona cada día, el amigarme y conocer muy bien mi sombra. Esa parte que no me gusta ni quisiera ver. Pero que sé que en ella se encuentra mi fortaleza y mi tesoro para que su polaridad pueda salir a la luz. Ya que lo uno sin lo otro no puede existir.

Tenemos de todo y es preciso aceptarlo aunque no nos guste y ahí radica nuestra sabiduría, y esto me lleva a la ley del espejo, lo que no nos gusta de los demás es porque está reflejando algo nuestro, qué o no queremos ver, o nos gustaría tenerlo y no lo tenemos, o no nos atrevemos a mostrarlo. Y que la otra persona lo haga nos hiere y la queremos apagar, tapar, a veces en forma de crítica, otras tomando una actitud de indiferencia, hostilidad, rechazo, insulto, a veces incluso nos acercamos a esa persona para imitarla, la admiramos y no nos lo permitimos. Aflora la envidia por no dejar que esa admiración sea, y con todo ello lo único que estamos haciendo es apagar nuestra propia luz. Admiremos los éxitos de las demás personas y aprendamos de ellas y eso nos servirá cómo un escalón más hacia nuestro propio triunfo.

Lo contrario nos cierra, nos bloquea y hace que nos separemos nos dividamos y finalmente nos aislemos y retrocedamos, evitando así nuestro bienestar emocional y llenándonos de ansiedad, miedos, estrés y amargura, que nos quitará nuestra valiosa energía vital, dejándonos sin fuerzas y acercándonos a la enfermedad física, dolores corporales y todo tipo de trastornos, nos convertiremos en terreno abonado para todo ello.

Abramos los ojos y no dejemos que esto suceda. Estemos muy conscientes y despiertos para que nuestra verdadera esencia pueda salir a la superficie y con ello podamos ayudar a quien este necesitando de nuestro apoyo. Cuánto más nos sintamos personas merecedoras de todo lo bueno y nos amiguemos, aceptemos y queramos, teniendo una sana autoestima, más podremos acompañar y sanar lo que está impidiendo ser a la otra persona y la está dejando caer en todos sus problemas.