A veces tenemos días malos en los que nada nos contenta, no le vemos sentido a lo que nos sucede y en definitiva nos sentimos fatal. Cuándo así lo primero que yo suelo hacer es abrazar esas emociones que aunque no me gusten están ahí por y para algo, me dejó sentir ese malestar, no intento cambiarlo ni pelear con él.

Lo acepto, acto seguido comienzo a ver de dónde me está viniendo ese sentimiento, es muy probable que me esté proyectando a un futuro que veo incierto con lo cual al dejar de estar en el aquí y ahora( cómo se dice en Gestalt) me comienzo angustiar anticipando mil y una catástrofes que no tienen por qué suceder.

Me vuelvo al presente y me dejó de comparar con nadie que no sea yo misma y mi propio proceso de crecimiento personal y así con éstos cambios de chip, consigo volver a mí centro, dejo de flagelarme y la armonía vuelve de nuevo a mi vida.

Y es que en el único tiempo en él qué podemos hacer que algo se modifique es en el momento presente, el pasado quedó atrás y sólo nos quedan los recuerdos y el futuro está por llegar y nadie sabemos que pasará ni podemos actuar sobre él. Aunque sí que podemos tomar acción, planificar e ir dando pasitos de dónde estamos hacia donde queremos estar. Y esto es lo que quería compartiros hoy.