En ocasiones nos toca cuidar a alguna persona allegada, por lo general suelen ser los padres o suegros más que nada por la edad. Actualmente me está tocando a mi cuidar de mi madre.

Cuando los cuidados son intensos nos puede sobrevenir una carga tanto emocional cómo física, ya que no es nada fácil este rol, aun más si existe un alto nivel de dependencia en el enfermo o persona que tenemos a nuestro cuidado.

En estos momentos es necesario tener en cuenta que necesitamos proporcionarnos también a nosotros mismos unos cuidados, no abandonando amistades ni aficiones o actividades y no centrándonos única y exclusivamente en la labor de cuidadores, sabiendo delegar y buscando apoyo externos que nos aligeren del peso y nos permitan continuar con nuestras vidas.

También es necesario contar con un grupo, asociación de apoyo dónde poder desahogarnos de todo lo que vayamos experimentado, de momentos complicados y extenuantes.

No olvidar nuestro cuidado personal, ni nuestros momentos de ocio con amigas tan necesarios en estas circunstancias para poder evadirnos. Cuanto mejor nos cuidemos a nosotros mismos, mejor podremos cuidar a nuestro ser querido y más en disposición estaremos para hacerlo. Por todo ello hago de nuevo mención en la importancia de cuidar al cuidador/a.