En ocasiones nos invade una pasividad y una apatía que nos roba las ganas de hacer cualquier tarea que tengamos entre manos. Es importante saber que lección podemos extraer de éste estado. Recuerdo un momento de mi vida en el que hacía mis clases de yoga hacia las 6 de la tarde. Había días que no me podía mover de mi sillón. Ni saber los beneficios que obtenía de mi práctica me servía para ponerme en acción.

Recuerdo que una técnica que utilizaba y que no me daba muy buen resultado era dejarme estar en él no. Pensaba bueno pues dado que no me sigue el cuerpo no la mente no nada. Mejor hoy no voy. Me respeto y ya iré la próxima semana. Dé repente me invadía una paz inusitada, es cómo si me hubiera quitado un gran peso de encima. Me había respetado, cuando menos lo pensaba me encontraba preparando mi bolso y saliendo por la puerta. Había recuperado las ganas de ir a mi actividad por medio de no forzarme. Dejándome estar.

Cuando tenemos una obligación como por ejemplo ir a trabajar, Éste método no lo aconsejo Es más un para cuándo podemos optar por ir o no ir a alguna parte…También es importante cuándo nos vemos en éste estado de forma recurrente ver qué está en pasando por dentro y si podemos hacer algo por cambiar ese estado, casi siempre hay algo que podemos hacer aunque sea arriesgado, todo menos conformarnos con ser infelices permanentemente.

A veces se requiere de mucha valentía para enfrentarnos con eso que no nos gusta y que nos va hacer plantearnos muchas cosas de nuevo, Hasta dar con la solución que nos satisfaga. Debemos pensar que siempre está en nuestra mano poder hacer cambios que nos permitan vivir la vida con ilusión y de paso nos ayuden a salir de ese estado de pasividad que nos mantiene aletargadas.